Sólo me pide café
Había una sombra en mi cama,
me pidió un vaso de agua,
yo me levanté a buscarla y me dio un beso en la espalda,
me volví y la besé.
Y desde entonces la sombra
sólo me pide café:
le ofrezco pasas y queso,
le llevo flores y miel,
pero me mira extasiada
y me reclama el café.
Esta sombra desvelada,
que quiere verme volver
a mi regreso del baño,
me he cubierto con un paño
la ferviente desnudez
y me ha pedido que vaya,
desnuda, a por el café.
He cumplido su demanda,
con el deseo en la piel:
pongo la taza caliente sobre la mesa de noche
y la sombra se me esconde...entre los pies,
sube, escala juguetona,
lame la sabia de mí,
y luego me deja así,
apretada con mi almohada,
en el techo la mirada,
relajada y confundida...
Quiero esta sombra en mi vida,
aunque sea de pasada.
(Diana María Ivizate González, Hallar el sitio, Miami, Editorial Homagno, 2008)
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