Cuando me siento sola,
salgo a buscarte...
Y se mueven las hojas
de una selva distante.
Atravieso la noche
sola y descalza,
oigo ruido de fieras
y nubes altas.
Sigo algún horizonte, o algún lucero,
tengo miedo a perderme,
pero te quiero.
¿Y si sólo la selva y estar perdida
fuese la recompensa de mi vida?
Entonces vagaría en pos de un sueño,
con mis pies en el fango, dejando huellas,
para que tú las sigas, cuando puedas.
Y si ya para entonces, yo no estuviera...
Lo que siento por ti, se hizo poema,
aprendí del peligro y del dolor,
conviví con el hambre, por amor.
El viaje es lo importante: yo te abrazaba,
sintiéndote en mis brazos cada paso que daba.
Si algún día sufrieras este frío,
este viaje a lo oscuro, estos rugidos
de las fieras ocultas tras la luna,
piensa que por aquí pasé primero,
y que arriesgué mi vida
como ninguna.
(Diana María Ivizate González, Desdémona regresa. Valencia, Aduana Vieja Editorial, Colección Palabras Mayores, 2015)