Algún signo en el agua
No
sé por qué te amo,
eres
salvaje y tierno,
eres
tan peligroso como un monte de hielo,
que
se derrite justo
el
momento en que paso.
Eres
una avalancha, una noche crispada,
la
mar violenta herida,
la
tempestad callada.
Y
sin embargo sigo enroscada a tu espalda,
sobre
la ola persigo
o
tu amor o la nada.
A
tientas me desplazo
por
tus encrucijadas,
deseando
encontrar…
Algún
signo en el agua,
que
me haga continuar.
Quiero
que me desvistas de mis miedos y rosas,
sólo
un clavel ardiente en la noche apagada,
será
tu luz errante:
silencio,
tentaciones, tu mano que me explora,
el
clavel que me roza, cada vez exigente,
un
gemido en el viento,
un
gemido creciente,
hasta
ahogarme por fin.
El
clavel en mi vientre, se mueve tembloroso.
(Diana María Ivizate González, Yo te he querido en sueños. Valencia, Aduana Vieja Editorial, 2014)