Eva confiesa
Al juego de la confesión
todo ha entregado.
Y mientras más te dice
más desea
que sepas.
No puede concederte otra ocasión,
tan sólo esta: tu verdad y su verdad
se enlazan en el tiempo
y llueven épocas
de amores reposados y carnales,
tumultuosos y tiernos,
ocultos y añorados,
tal como es el amor.
Y para ti el mensaje,
para ti la palabra bordeando precipicios,
ese significante deseado,
más preciado que el aire
a falta de tocarte.
(Paisajes de mujer/Womanlands)
En este blog comparto poesía, como una de las manifestaciones del arte que más llegan al corazón de los lectores. La poesía sensibiliza, abre puertas, ensancha el conocimiento por medio de la imagen, nos ayuda a ver un mundo más allá de lo aparente. Diana Ivizate
Tu lenguaje es tu signo
La poesía es un mundo que se esconde más allá de lo aparente...
Diana Ivizate
sábado, 7 de septiembre de 2013
lunes, 2 de septiembre de 2013
El Bien y el Mal
La poesía no está reñida con la conciencia moral. Cuando
Dulce María Loynaz deseó inventariar el mundo moralmente, escribió aquel poema
en que soñaba en clasificar y, como en el sueño de cualquier niño, parecía
fácil etiquetar y decidir lo que era “el bien” y lo que era “el mal”. Sin embargo, en el mundo actual, el ser humano adulto se enfrenta día a día a una elección que tiende a ser exhaustiva: ¿qué es lo correcto?, ¿qué políticas nos conducen hacia el futuro que deseamos?, ¿qué futuro deseamos?, ¿en qué proyecto social involucrarnos?, ¿en quién creer, sin temor a que luego nos defraude?
Necesitamos una columna moral a la que asirnos en el desierto. Sin un soporte moral sólido, el ser humano deja de creer -primero en Dios, luego en los políticos, luego en el bien y, por último, en la verdad y autenticidad de las cosas. La política, en sentido global, se enfrenta a una necesidad urgente de proveer unos valores auténticos que se vean reflejados en la vida de los ciudadanos. Si nada vale, si se hace cotidiano desconfiar de las instituciones, el orden cede terreno al caos. El único modo de recuperar la confianza perdida es un acercamiento a la ciudadanía que traiga consigo un diálogo productivo entre los representantes políticos y los votantes. El político del futuro deberá ser una especie de asistente social, capaz de empatía, justicia poética y ejemplaridad.
En uno de los temas de política internacional que hoy nos urge, creo que el mal es atacar a Siria y el bien es no atacar, ¿estaré equivocada?
Veamos ahora cómo soñaba Dulce María Loynaz distinguir entre el bien y el mal. Yo me quedo con las mariposas áureas...
Yo soñaba en clasificar...
Yo soñaba en clasificar
el Bien y el Mal, como los sabios
clasifican las mariposas:
Yo soñaba en clavar el Bien y el Mal
en el oscuro terciopelo
de una vitrina de cristal...
Debajo de la mariposa
blanca, un letrero que dijera: "El BIEN".
Debajo de la mariposa
negra, un letrero que dijera: "EL MAL".
Pero la mariposa blanca
no era el bien, ni la mariposa negra
era el mal... ¡Y entre mis dos mariposas,
volaban verdes, áureas, infinitas,
todas las mariposas de la tierra!
(Dulce María Loynaz, Poemas escogidos. Selección Pedro Simón, Madrid, 1995. Visor Libros)
Necesitamos una columna moral a la que asirnos en el desierto. Sin un soporte moral sólido, el ser humano deja de creer -primero en Dios, luego en los políticos, luego en el bien y, por último, en la verdad y autenticidad de las cosas. La política, en sentido global, se enfrenta a una necesidad urgente de proveer unos valores auténticos que se vean reflejados en la vida de los ciudadanos. Si nada vale, si se hace cotidiano desconfiar de las instituciones, el orden cede terreno al caos. El único modo de recuperar la confianza perdida es un acercamiento a la ciudadanía que traiga consigo un diálogo productivo entre los representantes políticos y los votantes. El político del futuro deberá ser una especie de asistente social, capaz de empatía, justicia poética y ejemplaridad.
En uno de los temas de política internacional que hoy nos urge, creo que el mal es atacar a Siria y el bien es no atacar, ¿estaré equivocada?
Veamos ahora cómo soñaba Dulce María Loynaz distinguir entre el bien y el mal. Yo me quedo con las mariposas áureas...
Yo soñaba en clasificar...
Yo soñaba en clasificar
el Bien y el Mal, como los sabios
clasifican las mariposas:
Yo soñaba en clavar el Bien y el Mal
en el oscuro terciopelo
de una vitrina de cristal...
Debajo de la mariposa
blanca, un letrero que dijera: "El BIEN".
Debajo de la mariposa
negra, un letrero que dijera: "EL MAL".
Pero la mariposa blanca
no era el bien, ni la mariposa negra
era el mal... ¡Y entre mis dos mariposas,
volaban verdes, áureas, infinitas,
todas las mariposas de la tierra!
(Dulce María Loynaz, Poemas escogidos. Selección Pedro Simón, Madrid, 1995. Visor Libros)
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