XXXVII
¿Quieres poner tu guirnalda de frescas flores
en mi cuello, hermosa?
Pero debes saber que la única guirnalda que he
tejido es para muchos, para aquellos que son vistos
en relámpagos fugaces, o moran en tierras
inexploradas, o viven en canciones de poetas.
Es demasiado tarde para pedir mi corazón
a cambio del tuyo.
Hubo un tiempo en que mi vida era como un capullo,
todo su perfume estaba atesorado en su corazón.
Ahora está derrochado por todas partes.
¿Quién conoce el encantamiento que puede recogerlo
y volver a encerrarlo?
Mi corazón no es mio para darlo sólo a una,
lo doy a muchos.
(RABINDRANAZ TAGORE)