Eva en el sueño
de Rousseau,
con cara de Tahitiana,
dejándole el silencio a la pantera,
escuchando a la selva
y sus premoniciones,
ensayando una siesta
cerca de los leones.
Esperando al abanicador
por excelencia.
Aspirando el olor de aquellas flores
que hieren la espesura,
y la música lenta
de una tribu que llega
a venerarla
cuando sube la luna.
(Diana María Ivizate González, Paisajes de mujer / Womanlands)
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