Me enamoré de ti
Eras la luna...
Que en bote de cristal me abandonabas.
Eras un beso entre cortinas sopladas por el aire,
un beso oscuro...
pero me gustó tanto que no pude soltarme.
Eras un horizonte, la lluvia que caía,
el lodo donde hundías tus pasos hacia el hambre.
Eras lo que saciaba, esa fruta prohibida,
lo que calma y doblega,
lo que incita a buscarte.
Y aún tienes tantas caras que vago en el desierto
sin pronunciar tu nombre,
sigo buscando a tientas el beso que me diste,
las cortinas se escapan fuera de la ventana,
y la luna no vuelve.
(Diana María Ivizate González, Ocultas fragancias que golpean. Valencia, Editorial Universidad Politécnica de Valencia, 2002)
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