EL AULLIDO
Cuando en grupo los amantes se quedaron solos,
la callada aventura en sus miradas y en sus manos el miedo,
supe que te ocultabas tras los árboles,
a la luz de la luna.
Cuando pasó aquel ángel por las calles vacías,
pero llenas de luces y de gente,
habitaste el vestido que un maniquí llevaba,
y se quedó desnudo en el escaparate.
Cuando dieron las doce tu guiño parpadeaba en un anuncio rosa de neón,
y todas esas veces
sentí el aullido de la luz plateada
brotar de mi garganta.
(Diana María Ivizate González, OCULTAS FRAGANCIAS QUE GOLPEAN. Valencia, Editorial Universidad Politécnica de Valencia, 2002)
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