...Desdémona (maldita como Baudelaire, romántica como Bécquer, o mística como Tagore), sólo necesita defenderse del amor: el único culpable -si es que lo hay-, de los pecados que le achacan. Mantener desafiante la mirada del otro, que no la desnuda, sino que incapaz le rasga las vestiduras, y resistir los estigmas, las venganzas y los prejuicios de quienes piensan que debe rendir su voluntad de mujer y no expresar su hambre y su sed, sus deseos y sus ganas, sus ansias y sus vicios, sus anhelos y sus agonías...
(Diana María Ivizate González, DESDÉMONA REGRESA. Valencia, Aduana Vieja Editorial, Colección Palabras Mayores, 2015)
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