Eva viaja
camino a Killeshandra,
ha emprendido ese viaje tantas veces
que ya no quedan fuerzas ni sentido
para dejar de hacerlo.
Por enésima vez Eva sostiene
que el otoño en el pelo de su amante
puede hacerla llegar viva y desnuda
como la vez primera,
que confunde sus ojos con los ojos
de las chicas que pasan,
que faltan doce millas,
doce millas muy largas,
pero avanza y sonríe,
rodeando el lago avanza
y divisa una sombra
de cabellera larga:
al final del camino, el amante descansa.
(De mi libro: Paisajes de mujer / Womanlands. Editorial Verbum, Madrid, 2010.)
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